
JUEGOS FINITOS E INFINITOS

Cuando lideramos con una mentalidad finita un juego infinito, surgen todo tipo de problemas. Los más comunes incluyen la reducción de la confianza, la cooperación y la innovación.

En cambio, liderar con una mentalidad infinita un juego infinito nos pone de verdad en una dirección mejor

Los grupos que adoptan una mentalidad infinita disfrutan de niveles de confianza, cooperación e innovación mucho mayores y de todas las ventajas posteriores.

Si todos somos, en diferentes momentos, jugadores de juegos infinitos, nos interesa aprender a reconocer el juego en el que estamos y qué implica liderar con una mentalidad infinita.

También es importante que aprendamos a reconocer las pistas cuando exista un pensamiento finito para así poder hacer ajustes antes de que se produzca un daño real.

Hay que empezar a pensar en cómo construir organizaciones que sean lo suficientemente fuertes y sanas para seguir en el juego durante muchas generaciones.

Lo irónico es que las ventajas de hacerlo suelen contribuir a que las empresas también sean más fuertes a corto plazo.
LAS VENTAJAS DE UNA MENTALIDAD INFINITA
En el Juego Infinito, el verdadero valor de una organización no se puede medir por el éxito que haya logrado en función de unos parámetros arbitrarios en marcos temporales arbitrarios.
El verdadero valor de una organización se mide por el deseo que tienen otros de contribuir a la capacidad de dicha organización de seguir teniendo éxito, no solo durante el tiempo que están ahí, sino mucho después de dejar su cargo.

Un líder con mentalidad finita trabaja para obtener algo de sus empleados, clientes y accionistas para cumplir parámetros arbitrarios.

En cambio, el líder de mentalidad infinita trabaja para asegurarse de que sus empleados, clientes y accionistas continúan inspirados para seguir contribuyendo con su esfuerzo, sus carteras y sus inversiones. Los jugadores que tienen una mentalidad infinita quieren dejar sus organizaciones mejor que como las encontraron.

Lego inventó un juguete que ha resistido el paso del tiempo no porque tuviera suerte, sino porque casi todos los que trabajan allí quieren hacer cosas para asegurarse de que la empresa viva más años que ellos

Lo que les impulsa no es superar el trimestre, sino «continuar creando experiencias de juego innovadoras y llegar a más niños cada año».

Según Carse, un líder de mentalidad finita juega para acabar el juego, para ganar. Y si quiere ser el ganador, tiene que haber un perdedor. Juega para él y quiere derrotar a los demás jugadores.

Hace todos los planes y todas las
jugadas pensando en la victoria. Casi siempre cree que debe actuar así aunque no sea así en absoluto. No hay ninguna regla que diga que tenga que hacerlo, sino que es su mentalidad la que lo conduce a ello.

En cambio, el jugador infinito de Carse juega para seguir jugando. En el ámbito de los negocios, eso significa construir una organización que pueda sobrevivir a sus líderes.

Carse, también espera que el jugador infinito juegue por el bien del juego. En los negocios, eso significa ver más allá de los resultados.

Donde un jugador de mentalidad finita hace productos para poderlos vender a personas, el jugador de mentalidad infinita hace productos que la gente quiera comprar.

El primero se centra principalmente en cómo beneficia la venta de esos productos a la empresa; el segundo, en cómo benefician los productos a quienes los compran.
Una perspectiva infinita nos libera de fijarnos en lo que hacen otras empresas, lo que nos permite concentrarnos en una visión más amplia.
Por ejemplo, en lugar de reaccionar al desafío de la nueva tecnología para su modelo de negocio, las personas que tienen mentalidad infinita son más capaces de prever las aplicaciones de una tecnología nueva.

Una empresa de mentalidad finita puede tener formas «innovadoras» de incrementar los resultados, pero esas decisiones no suelen beneficiar a la organización, los empleados, los clientes y la comunidad (los que existen más allá de los resultados).

No dejan necesariamente la organización en mejor estado para el futuro. Y la razón es sencilla. Es porque esas decisiones se toman principalmente en beneficio de las personas que las toman y no pensando en el futuro infinito…, sino solo en el próximo.

En cambio, los líderes que tienen una mentalidad infinita no piden a su gente que se obsesione con objetivos finitos, sino que les piden que les ayuden a descubrir una forma de avanzar hacia una visión más infinita del futuro que beneficie a todo el mundo.

Los objetivos finitos se convierten en los marcadores del progreso hacia esa visión. Y cuando todo el mundo se concentra en la visión infinita, se impulsa la innovación y también aumentan los números.

De hecho, las empresas dirigidas por líderes de mentalidad infinita suelen disfrutar de beneficios que baten récords.