ESTÁ ORIENTADA AL SERVICIO: PARA BENEFICIO PRINCIPALMENTE DE LOS DEMÁS

Una Causa Justa debe implicar como mínimo a dos partes, los colaboradores y los beneficiarios. Los donantes y los receptores.

Los colaboradores dan algo, por ejemplo, sus ideas, su duro trabajo o su dinero, para ayudar a que avance una Causa Justa. Y los receptores de esa colaboración obtienen un beneficio.

Para que una Causa Justa supere la prueba de la orientación al servicio, el beneficio principal de las aportaciones de la organización siempre debe ir a las personas que no son los colaboradores en sí.

Por ejemplo, si mi jefe me ofrece orientación respecto a mi carrera profesional, dicha orientación debe ser para el beneficio, principalmente, de mi carrera y no de la suya.

Si soy inversor, debo procurar que el beneficio principal de mi colaboración ayude a la empresa a que avance su Causa Justa

Si soy un líder, debo intentar que el beneficio principal de mi tiempo, mi esfuerzo y mis decisiones vaya a las personas a las que lidero.

Si soy un empleado que atiende al público, debo procurar que el beneficio principal de mi esfuerzo vaya a las personas que compran nuestro producto o servicio.
Si solamente hay una parte, si somos los únicos beneficiarios de nuestro trabajo, no es una Causa Justa. Es un proyecto de vanidad.
La palabra clave en todo esto es «principales». Vocación de servicio no es sinónimo de obra benéfica. En una obra benéfica, la inmensa mayoría, o todo, el beneficio de nuestras contribuciones debe ir al receptor.

El beneficio que obtiene el colaborador es sentirse bien por haber hecho algo bueno. En el campo de los negocios, es evidente que podemos considerar cómo nos beneficiará nuestro trabajo o cómo haremos avanzar nuestro destino.

Por supuesto que podemos esperar e incluso exigir recibir reconocimiento y una remuneración justa por nuestro esfuerzo y nuestros resultados.

También podemos querer que nuestros inversores se beneficien, no a costa de la empresa, de las personas que trabajan ahí o de los clientes que compran nuestros productos.

Ningún beneficiario ni cliente debería ser obligado a comprar un producto de calidad inferior y ningún empleado debería perder su puesto de trabajo debido a la reducción de costes realizada para beneficiar a un accionista, que, al fin y al cabo, solo es un miembro de un grupo de colaboradores.

De nuevo, solamente cuando el beneficiario principal de la Causa es alguien que no es la propia organización la Causa puede ser Justa.

Tenemos demasiadas culturas llenas de personas que trabajan para proteger sus propios intereses y los intereses de los que están por encima de ellos antes que los de las personas a las que se supone que deben atender.
Ni siquiera el inversor debe ser el beneficiario principal de su inversión. El beneficio de su contribución financiera debe ir a la organización en la que creen porque ellos quieren ver avanzar esa Causa Justa.
Un inversor de mentalidad infinita quiere colaborar para que avance algo más grande que sí mismo. Algo que, si tiene éxito, será muy rentable. En cambio, un inversor de mentalidad finita es más parecido a un jugador que solo apuesta para llevarse un beneficio. No confundamos ambos comportamientos.
ES RESILENTE: CAPAZ DE RESISTIR CAMBIOS POLÍTICOS, TECNÓLOGICOS Y CULTURALES

Es una Causa Justa durante un marco de tiempo infinito.
En el Juego Infinito de los negocios, una Causa Justa debe ser mayor que los productos que hacemos y los servicios que ofrecemos

Nuestros productos y servicios son algunas de las cosas que utilizamos para hacer que avance nuestra Causa. Pero ellos en sí mismos no son la Causa.

Si articulamos nuestra Causa en función de nuestros productos, toda la existencia de nuestra organización depende de la relevancia de dichos productos.

Cualquier tecnología nueva podría hacer que nuestros productos, nuestra Causa y, de hecho, toda nuestra empresa quedaran obsoletos de la noche a la mañana.

Los mercados suben y bajan, la gente viene y va, las tecnologías evolucionan, los productos y los servicios se adaptan a los gustos del consumidor y a las exigencias del mercado.

Necesitamos algo con permanencia en lo que colaborar. Algo que resista el cambio y la crisis. Para mantenernos en el Juego Infinito, nuestra Causa debe ser duradera, resiliente y atemporal.
ES IDEALISTA: GRANDE, VALIENTE Y, EN ÚLTIMA INSTANCIA INALCANZABLE

El camino idealizado de una Causa Justa es así: por mucho que hayamos logrado, siempre sentimos que nos queda camino por andar.

Piensa que una Causa Justa es como un iceberg. Lo único que vemos es la punta, las cosas que ya hemos logrado.

En una organización, suelen ser los fundadores y los colaboradores iniciales los que tienen la visión más clara del futuro incierto, de lo que, para todos los demás, sigue oculto.

Cuanto más claras sean las palabras de una Causa Justa, más probable es que atraigan e inviten a los innovadores y los adoptantes iniciales, a los que están dispuestos a asumir el riesgo inicial para hacer avanzar algo que existe casi completamente en su imaginación.
Con cada éxito, se revela un poco más del iceberg a los demás; la visión se hace más visible para los otros. Y, cuando los demás pueden ver que una visión se convierte en algo real, los escépticos se convierten en creyentes y más personas se sienten inspiradas por la posibilidad y dedican voluntariamente su tiempo, su energía, sus ideas y su talento para ayudar a hacer avanzar más la Causa.
No importa cuánta parte veamos del iceberg, nuestros líderes tienen la responsabilidad de recordarnos que la gran mayoría sigue estando sin explorar. Porque no importa el éxito del que disfrutemos, la Causa Justa por la que trabajamos está en el futuro y no en el pasado.
CUANDO TENGAS TU CAUSA, ESCRÍBELA

Si no se encuentran las palabras para expresar una Causa Justa y esta no se pone por escrito, aumenta dramáticamente el riesgo de que, con el tiempo, la Causa se diluya o desaparezca por completo.

Y sin una Causa Justa, una organización empieza a funcionar como un barco sin brújula, se desvía del rumbo.

En vez de concentrarse en ir más allá del horizonte, se dirige a lo que hay delante. Sin una Causa Justa que los guíe, la mentalidad finita empieza a hacerse visible.

Los líderes celebrarán lo rápido que van o los muchos kilómetros recorridos, pero no reconocerán que su viaje carece de rumbo y propósito.

Con la brújula en la mano y la mirada fija más allá del horizonte, un líder tras otro se puede orientar con más facilidad en el mar de tecnologías, política y normas culturales actuales sin que su fundador esté presente.