
Autor: Simón Sinek
En un cruce de la carretera hay una señal.
En un lado indica «Victoria».
En el otro, «Realización».
Debemos escoger una dirección. ¿Cuál escogeremos?
Si escogemos el camino a la Victoria,
¡el objetivo es ganar!
Experimentaremos la emoción de la competición
mientras corremos hacia la meta.
¡La multitud se reúne para animarnos!
Y, después, se acaba.
Y todo el mundo se va a casa. (Esperamos poder hacerlo otra vez.)

Si elegimos el camino a la Realización,
el viaje será largo, habrá ocasiones en las que debemos tener cuidado y otras en las que nos paramos a disfrutar de las vistas, seguimos, seguimos. La multitud se acerca para acompañarnos en el camino.
Y cuando nuestra vida acabe, los que nos acompañaron en el camino a la Realización seguirán sin nosotros e inspirarán a otros a acompañarlos también.

Está en nuestra mano construir un mundo en el que la mayoría nos levantemos todas las mañanas inspirados, nos sintamos seguros en el trabajo y volvamos a casa sintiéndonos realizados al final de la jornada.

El tipo de cambio que defiendo no es fácil, pero es posible. Con buenos líderes (grandes líderes), esta visión se puede hacer realidad.

Los grandes líderes son los que piensan más allá del «corto» frente al «largo plazo». Son los que saben que el quid de la cuestión no es el próximo trimestre ni las próximas elecciones, sino la próxima generación.

Los grandes líderes crean organizaciones que tengan éxito cuando ellos ya no estén en este mundo y, cuando lo hacen, las ventajas (para nosotros, para los negocios e incluso para los accionistas) son
extraordinarias.

Si creemos en un mundo en el que nos podamos sentir inspirados, seguros y realizados todos los días y si creemos que los líderes son los que pueden hacer realidad esa visión, tenemos la responsabilidad colectiva de encontrar, enseñar y apoyar a las personas comprometidas de una forma que haga más probable que dicha visión se haga realidad.

Y uno de los pasos que debemos dar es aprender lo que significa liderar en el Juego Infinito.
